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La
estructura de la materia muestra una ordenada jerarquización energética.
A nivel molecular los intercambios o reacciones unitarias son del orden de
1 eV, e incluso mucho menos, y en ese ámbito encontramos una fenomenología
muy útil para la explotación energética, como es la combustión química.
No son aprovechables, sin embargo, las transiciones electrónicas
productoras de rayos X, pues con ellas no hemos sido capaces de concebir
un reactor energético. Y sí son explotables las
reacciones
nucleares, sobre todo de dos tipos: fisión de nucleidos pesados, como el
uranio-235, y fusión de nucleidos ligeros, como los isótopos del hidrógeno.
Del mundo subnuclear y de la antimateria tampoco somos capaces de idear un
reactor energético. Cuando
en el laboratorio se crean condiciones adecuadas para reacciones de
ese tipo, la energía gastada en ello es muy superior a la obtenida a
posteriori cuando tiene lugar la reacción buscada.
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