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En los últimos
años del siglo XX, la reactivación económica en España fue acompañada
de aumentos aún más acentuados, tanto en energía primaria como, aún
mayores, en electricidad. Esta divergencia es característica de los países
de la Unión Europea con menor nivel de consumo energético, como también
se advierte en el caso portugués. Desde 1985 a 1998, la media de la U.E.
creció un 16% en consumo de energía primaria. Portugal creció un 85%,
España un 50%, Irlanda un 48% y Grecia un 47%. En el extremo opuesto se
encontró Alemania, que redujo su consumo en un 4%, debido en gran parte a
la reestructuración del sector energético de Alemania del Este, tras la
reunificación, que se produjo en 1989. Otros países crecieron muy
exiguamente: Suecia, 3%; Luxemburgo, 4%; Dinamarca, 8%.
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